(patrona de causas difíciles y desesperadas) 
Acordaos, 
¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, 
del inefable poder que tu Hijo divino 
te ha dado sobre su Corazón adorable.
Llenos de confianza en tus merecimientos, 
acudimos a implorar tu protección. 
¡Oh celeste Tesorera del Corazón de Jesús, 
de ese Corazón que es el manantial inagotable 
de todas las gracias, 
y el que podéis abrir a tu gusto 
para derramar sobre los hombres 
todos los tesoros de amor y de misericordia, 
de luz y de salvación que encierra! 
Concédenos, te lo suplicamos,
 los favores que solicitamos. 
No, no podemos recibir de Ti desaire alguno, 
y puesto que sois nuestra Madre, 
¡OH Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, 
acoged favorablemente nuestros ruegos 
y dígnate atenderlos. ¡Así sea! 
¡Nuestra Señora del Sagrado Corazón: 
¡Ruega por nosotros! 
(Repítase tres veces) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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